La muerte de la belleza en el arte

El fenómeno de la moda de la exposición de Yayoi Kusama en el Museo Tamayo me ha provocado querer escribir esta entrada. El arte es seguramente uno de los elementos propios de la vida humana que proporciona un sentido superior y extraordinario de experiencia, y por ello no es de sorprender que lo popular, lo vulgar y lo escatológico adquieran exactamente el mismo sentido cuando se habla de arte.

Imagen de la película El acorazado Potemkin

Un mes atrás, la conocida crítica de arte Avelina Lésper escribió esta opinión sobre la exposición de Kusama: "El centro de la dona". Las líneas de la opinión de Lésper que me parece capturan la esencia de lo que discute, son:
Los individuos quieren ser populares, ser trending topic, tener miles de amigos y eso se consigue con simpatía. Por eso es absurdo que esta obra no se asuma como el pretexto comercial enajenante que es y la sitúen en un museo, le den una infraestructura intelectual y la llamen arte. Deberían llevarla a sus últimas consecuencias, liberarla de las estrecheces institucionales, pintar con el mismo estilo el centro de convivencia infantil y la montaña rusa, poner animadoras y payasos mostrando la exposición disfrazados de Kusama, invitar a los asistentes a una alberca de pelotas, con observadores psiquiatras, sociólogos y antropólogos que hagan un estudio de lo que está pasando con el arte.
Por supuesto cualquiera es libre de consumir cualquier basura que se le dé la gana, y además, de disfrutarla; de cualquier modo, puedo identificar que el asunto deja de ser inocuo cuando esa basura se institucionaliza y se intelectualiza. Lo primero se hace en sociedad con cualquier cantidad de cosas y, en general, hoy en día cualquier cosa que pretenda adquirir relevancia social debe estar relacionada o pertenecer a alguna institución. Con lo segundo me refiero a lo que Lésper llama (dar) una infraestructura intelectual y (llamar) arte.

Discernir qué es arte y qué no, es casi seguramente más sencillo que distinguir la calidad del arte. Aunque ambos son procesos esencialmente subjetivos, al menos el primero involucra elementos inevitables. La misma Lésper, en su crítica al arte contemporáneo, "Matemos la belleza", escribe
La belleza es una demostración de talento y de inteligencia, de sensibilidad y de búsqueda creadora.
Al final el arte no es más que este tipo de belleza y los elementos inevitables en esta belleza artística son la demostración de un proceso creador que es a su vez sensible e inteligente. La obra de Kusama carece de esa sensibilidad e inteligencia, y como dice Lésper, es indistinguible de un circo o del sello de la imagen empresarial de Krispy Kreme.

Hay muchas formas en que quienes defienden el arte contemporáneo intentan presumir su validez como arte. Si se entiende como arte contemporáneo no sólo el arte reciente, sino el arte realizado mediante técnicas no-convencionales, yo no iría tan lejos como para decir que ninguna obra de arte contemporáneo califica como arte. De cualquier modo, hay interminables argumentos que pretenden justificar la validez de obras como la de Kusama como artísticas que fácilmente pueden disminuirse; el único que quisiera mencionar acá es el de la "profundidad en la abstracción" y el "trasfondo psicológico" que supuestamente muestran obras como la de Kusama.

En algunos comentarios he leído que la obra de Kusama es "complicada y profunda" y que por tanto es sorprendente que sea tan popular. El que una obra produzca sensaciones no la califica necesariamente como arte; es lo que se diría una condición necesaria pero no suficiente para que la obra posea belleza artística ;-) Estas sensaciones probablemente sean el factor principal que hace que se busque justificar lo artístico de la obra como algo abstracto que uno puede luego interpretar subjetivamente, pero la discusión seguramente puede volverse mucho más elaborada. Luego, de algún modo relacionado a esto, también he visto que se hace mucha alusión al supuesto trasfondo psicológico de Kusama; Lésper escribe:
Kusama aclara que los puntos y las variaciones Krispy Kreme de chispas de colores son sus alucinaciones, consecuencia de su conflictiva psique y su torturada vida, menciona anécdotas melodramáticas del hospital psiquiátrico como un hogar con facilidades psicotrópicas para la creación.

Al final lo que bien puede asegurar el Museo Tamayo, entre otros, es que ésto resulta comercialmente un éxito ;-)

Este tipo de discusiones seguido me parecen fútiles, sin embargo, con la descripción que di del arte como uno que proporciona un sentido superior y extraordinario de experiencia, me pareció oportuno escribir un poco aquí sobre ello.

Finalmente, aunque no es mi fuerte el tema, mantendré la esencia de este blog dejando ésto por acá:
From boom to bust and back again: the complex dynamics of trends and fashions
arXiv:cond-mat/0212267
Luis M. A. Bettencourt

Social trends or fashions are spontaneous collective decisions made by large portions of a community, often without an apparent good reason. The spontaneous formation of trends provides a well documented mechanism for the spread of information across a population, the creation of culture and the self-regulation of social behavior. Here I introduce an agent based dynamical model that captures the essence of trend formation and collapse. The resulting population dynamics alternates states of great diversity (large configurational entropy) with the dominance by a few trends. This behavior displays a kind of self-organized criticality, measurable through cumulants analogous to those used to study percolation. I also analyze the robustness of trend dynamics subject to external influences, such as population growth or contraction and in the presence of explicit information biases. The resulting population response gives insights about the fragility of public opinion in specific circumstances and suggests how it may be driven to produce social consensus or dissonance.

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