Un corazón no es suficiente

Hay hechos que a veces ni nos pasan por la cabeza y resultan sorprendentes. Esto ocurre sobre todo entre las distintas materias científicas, pues un científico, o quien está en vía de serlo, normalmente tiene una curiosidad y una capacidad de asombro sobresaliente ante los hechos verificados por la ciencia. Esa es una razón más por la cual involucrarse con el conocimiento científico enriquece la vida sobremanera, y es que como decía Richard Feynman, un científico al apreciar la naturaleza está viendo mucho más belleza que la persona común; la está apreciando íntimamente, entendiéndola.

Y cuando se trata de biología, al menos en experiencia personal, pocas personas se asombran tanto como quienes nos dedicamos a estudiar física o matemáticas. La cuestión de la vida es de lo más intrigante y atractivo para dedicarse a su estudio. Cuando uno comienza a descubrir las tantas maneras que tiene la vida para subsistir, se da cuenta tanto de lo especiales como de lo menudos que somos.

Imagen (recarga la página) Una criatura harto sorprendente son los pulpos, desde los tentáculos, el sistema de defensa con tinta y las ventosas, hasta sus tres corazones. Pues eso, resulta que los pulpos tienen tres corazones. En los humanos, el corazón básicamente se dedica a bombear sangre a todo el cuerpo. Una de las paradas esenciales en el viaje de la sangre es en los pulmones, en donde la sangre deja el dióxido de carbono (desechos celulares) y recoge oxígeno, que transporta a su vez a través de la proteína hemoglobina. Es importante señalar que el corazón se divide en cuatro cavidades, dos aurículas y dos ventrículos, los cuales reciben y distribuyen sangre, respectivamente.

En los pulpos (octópodos), el corazón está dividido en tres secciones, por lo que usualmente se dice que tienen tres corazones. Primero, los pulpos obtienen el oxígeno del agua a través de las llamadas branquias (órgano respiratorio). A la altura de las branquias están situadas dos aurículas (corazones branquiales) que reciben sangre desoxigenada (en los humanos esto ocurre sólo en la aurícula derecha) para hacerla pasar por las branquias, en donde deja los desechos y recoge oxígeno para llevar sangre fresca al ventrículo (corazón principal o sistémico) que bombea sangre al resto del cuerpo del animal, repitiendo el ciclo.

A diferencia de los humanos, los pulpos transportan oxígeno a través de la proteína hemocianina. Esta proteína, a diferencia de la hemoglobina -basada en hierro-, está basada (centro activo) en cobre, lo que hace que su sangre sea azul y no roja como en los humanos. En condiciones normales, la hemocianina es menos efectiva en el transporte de oxígeno, por lo que, aunado a la presión del mar, el pulpo requiere por demás una presión sanguínea alta. Buena razón para tener tres corazones.

En How Octopuses Work (inglés), de How stuff works puedes leer más acerca de este cefalópodo.

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