Hay motivos de más para sentir necesidad de catalizar tanto flujo de información. Este refugio en la abstracción de la palabra se ha vuelto una necesidad cual el fuego precisa irrigar energía a partir de la ignición de una pequeña chispa, un refugio en el cual escapar del vulgo sabe al más fino descanso como al mayor apego a una reflexión más natural e individual.
Es claro que el ahora es turbulento; siempre lo ha sido y lo será de algún modo u otro, en tanto sea considerado el tiempo un movimiento lineal subjetivo más que una dimensión en expansión. Asimismo es claro que siempre han existido mentes brillantes -revolucionarias en el estricto sentido de la palabra-, que siendo éstas ya sea veladas, póstumas o extraviadas, suman vidas enteras en la lucha contra la tormenta.
Aquellas mentes brillantes, empero, siguen estando perdidas en un mar de ruido, jerarquías y cerebros completamente consumidos y secos, tatuados con el sello en código de barras de una economía putrefacta y una cultura correspondientemente basada en una sociedad nauseabundamente plástica que no para de tragar y mamar cuanta mierda le dan.
Aún hay afuera miles de bestias ladrando y gimiendo asegurando tener la razón sobre argumentos carentes de pensamiento y procedimiento y tan llenos de acción inconsciente de pre-procesamiento y laxitud de cimiento, que tal vez cuando se reconozca esto en cada mono que somos, lograremos avanzar hacia un estado de verdadera intuición.
Tantos artistas eminentes puedo apreciar hoy, que es difícil reconocer tanta putrefacción; mentes excelsas perdidas en el negocio, la política, el comercio o inclusive en el 'amor'. Al parecer las condiciones nos han obligado a reducir nuestra evolución a un eterno circo que llamamos vida.
Tú lo sabes más que nadie… pues diario atraviesas el mismo camino de estúpidos malabares, carentes de objetivos reales y sólo en tu cabeza está la solución.
Hoy el ejercicio de la “vida” se traduce simplemente en una muerte radiantemente dulce. Aldous Huxley convulsiona en su sepultura por haber predicho su Mundo Feliz con tanta exactitud pero tanta alegoría.
Nuestra calidad de seres humanos exige una transmutación completa de valores, una revolución íntegra de la mente.
No entiendo cómo tal motivación tan grande es ciega a ojos de millones. Como un eterno somnífero, una droga inagotable. El placer, el amor, y demás enredos, son plausibles en tanto van conjuntos, de otra forma son sólo masturbación colectiva y como cualquier vicio, una forma de dar muerte con placer.
El tiempo en que el tan anhelado superhombre de Nietzsche conoce al hombre ha llegado y sólo se traducirá en inercia, empleados, religiosos, nacionalistas, publicistas, economistas, políticos, comerciantes, payasos, burgueses, abogados, ignorantes, ricos, empresarios, pobres, exitosos, morales y de más sarta de asquerosidades: ¡perdidas!, ¡muertas!, ¡desaparecidas de la faz de la tierra para siempre!
Porque fuera de nuestra sociedad, en la realidad: el propietario es igual al ratero, el cristiano es igual al nihilista, el rico es igual al pobre, el culto es igual al ignorante, el profesionista es igual al proletario. Y fuera de la realidad, en la sociedad: el trabajador es igual al esclavo, el humano es igual al objeto, el pesimista es igual al realista, la sanidad es igual a la alienación y la vida es igual a la muerte.
¡Inversión de todos los valores!
Pensamiento Extraordinario, Argumentos Extraordinarios y Pruebas Extraordinarias. Aquellas mentes lo comprenderán y enterrarán tanta estupidez, vanidad, lavado de cerebro, desigualdad, fanatismo, publicidad, enajenamiento, vacuidad, ignorancia, laxitud, neurosis…
No se requiere más de un superhombre para catapultar a millones de autómatas a tal calidad. Sé que en cientos de cabezas se construye día a día, pensamiento a pensamiento, un superhombre más, aislado en su mente de la gran mamadera colectiva, generando un pensamiento puro, una reflexión individual, un corazón conectado a todo y una mente libre.
Consumado el monumento, tal vez nos conozcamos, aprendamos a amar y comencemos a vivir…
Es claro que el ahora es turbulento; siempre lo ha sido y lo será de algún modo u otro, en tanto sea considerado el tiempo un movimiento lineal subjetivo más que una dimensión en expansión. Asimismo es claro que siempre han existido mentes brillantes -revolucionarias en el estricto sentido de la palabra-, que siendo éstas ya sea veladas, póstumas o extraviadas, suman vidas enteras en la lucha contra la tormenta.
Aquellas mentes brillantes, empero, siguen estando perdidas en un mar de ruido, jerarquías y cerebros completamente consumidos y secos, tatuados con el sello en código de barras de una economía putrefacta y una cultura correspondientemente basada en una sociedad nauseabundamente plástica que no para de tragar y mamar cuanta mierda le dan.
Aún hay afuera miles de bestias ladrando y gimiendo asegurando tener la razón sobre argumentos carentes de pensamiento y procedimiento y tan llenos de acción inconsciente de pre-procesamiento y laxitud de cimiento, que tal vez cuando se reconozca esto en cada mono que somos, lograremos avanzar hacia un estado de verdadera intuición.
Tantos artistas eminentes puedo apreciar hoy, que es difícil reconocer tanta putrefacción; mentes excelsas perdidas en el negocio, la política, el comercio o inclusive en el 'amor'. Al parecer las condiciones nos han obligado a reducir nuestra evolución a un eterno circo que llamamos vida.
Tú lo sabes más que nadie… pues diario atraviesas el mismo camino de estúpidos malabares, carentes de objetivos reales y sólo en tu cabeza está la solución.
Hoy el ejercicio de la “vida” se traduce simplemente en una muerte radiantemente dulce. Aldous Huxley convulsiona en su sepultura por haber predicho su Mundo Feliz con tanta exactitud pero tanta alegoría.
Nuestra calidad de seres humanos exige una transmutación completa de valores, una revolución íntegra de la mente.
No entiendo cómo tal motivación tan grande es ciega a ojos de millones. Como un eterno somnífero, una droga inagotable. El placer, el amor, y demás enredos, son plausibles en tanto van conjuntos, de otra forma son sólo masturbación colectiva y como cualquier vicio, una forma de dar muerte con placer.
El tiempo en que el tan anhelado superhombre de Nietzsche conoce al hombre ha llegado y sólo se traducirá en inercia, empleados, religiosos, nacionalistas, publicistas, economistas, políticos, comerciantes, payasos, burgueses, abogados, ignorantes, ricos, empresarios, pobres, exitosos, morales y de más sarta de asquerosidades: ¡perdidas!, ¡muertas!, ¡desaparecidas de la faz de la tierra para siempre!
Porque fuera de nuestra sociedad, en la realidad: el propietario es igual al ratero, el cristiano es igual al nihilista, el rico es igual al pobre, el culto es igual al ignorante, el profesionista es igual al proletario. Y fuera de la realidad, en la sociedad: el trabajador es igual al esclavo, el humano es igual al objeto, el pesimista es igual al realista, la sanidad es igual a la alienación y la vida es igual a la muerte.
¡Inversión de todos los valores!
Pensamiento Extraordinario, Argumentos Extraordinarios y Pruebas Extraordinarias. Aquellas mentes lo comprenderán y enterrarán tanta estupidez, vanidad, lavado de cerebro, desigualdad, fanatismo, publicidad, enajenamiento, vacuidad, ignorancia, laxitud, neurosis…
No se requiere más de un superhombre para catapultar a millones de autómatas a tal calidad. Sé que en cientos de cabezas se construye día a día, pensamiento a pensamiento, un superhombre más, aislado en su mente de la gran mamadera colectiva, generando un pensamiento puro, una reflexión individual, un corazón conectado a todo y una mente libre.
Consumado el monumento, tal vez nos conozcamos, aprendamos a amar y comencemos a vivir…
No comments:
Post a Comment